Gracias a un centro histórico desgraciadamente poco considerado, pero sin duda uno de los mejor conservados y más característicos de Europa, Vilna, la capital lituana, puede considerarse con seguridad una de las ciudades nórdicas más bellas y características.
Es triste decirlo, pero el sector turístico aún no está tan desarrollado como el de las capitales vecinas; sin embargo, los turistas adinerados tienen la opción de viajar a Vilna fletando un jet privado, una solución de viaje que les permite desplazarse rápidamente mientras disfrutan de los más altos niveles de lujo y confort gracias a los servicios exclusivos que se ponen a su disposición desde el mismo aeropuerto de llegada.
Vilna, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, tiene mucho que ofrecer: basta pensar en el casco antiguo totalmente peatonal, la Plaza de la Catedral, el Barrio Judío o cualquier número de edificios históricos y religiosos que se erigen como testimonios al aire libre de las diversas poblaciones que han pasado por la ciudad.
Pero, ¿qué pasa con sus monumentos más emblemáticos?
¡Sumerjámonos de lleno en esta interesante guía para descubrir Vilna!
Antecedentes históricos y geográficos de Vilna
La ubicación de Vilna es la parte sudoriental de Lituania, en el punto exacto donde confluyen los ríos Vilnia y Neris. La capital está situada a unos 300 km del mar Báltico y del principal puerto del país, Klaipeda; sin embargo, no está demasiado lejos de Kaunas, Siauliai y Panevezys, otros grandes núcleos de población. El territorio en el que se encuentra la ciudad es llano, con algunas colinas en las inmediaciones que sirven de límites naturales. Los primeros vestigios de Vilna se remontan al Mesolítico, época prehistórica en la que se asentaron los primeros humanos gracias a la floreciente zona en la que ahora se encuentra la ciudad. Sin embargo, las primeras poblaciones y culturas responsables de la fundación de la ciudad son la eslava, la germana y la judía, que habitaron el sureste de Lituania a principios de la Edad Media. Alrededor del siglo XIII, Vilna se convirtió en la capital del Ducado de Lituania gobernado por Gediminas, gobernante responsable de la construcción del castillo que aún se encuentra en una de las colinas que rodean la ciudad. El nombre y la fama de Vilna crecieron con su anexión a la Liga Hanseática, que dio lugar a un periodo de gran crecimiento económico y estructural para la ciudad. No sólo eso, hacia el siglo XVI, para protegerse de los ataques invasores de los tártaros de Crimea, la ciudad se rodeó de una imponente muralla cuyas ruinas aún pueden visitarse hoy. La ciudad floreció aún más con el establecimiento de la Confederación Polaco-Lituana y la construcción de la Universidad de Vilna, convirtiéndose en uno de los principales centros culturales y científicos de la nación. A partir del siglo XIX, la capital lituana quedó bajo el control del Imperio Ruso, que amplió sus fronteras territoriales e impuso la ley marcial a los rebeldes: la vida social y cultural de los habitantes se detuvo drásticamente, sólo para reanudarse tras la Revolución Rusa de 1905. Durante las Guerras Mundiales, Vilna fue ocupada primero por los soviéticos y luego por los nazis, hasta la independencia de Lituania en 1990. Desde entonces, la ciudad también ha visto crecer el sector turístico, que le ha dado nueva vida económica.
Qué ver y hacer en Vilna
El casco antiguo de Vilna
Entre los lugares más emblemáticos de la capital lituana está sin duda su Casco Antiguo, un distrito central histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que ofrece a los turistas unas vistas sensacionales: patios semiocultos, callejuelas y callejones estrechos, iglesias antiguas con agujas y arcos reconocibles a metros de distancia, calles serpenteantes y casas bajas y coloridas crean una mezcla perfecta para sumergirse en una dimensión casi surrealista y mágica. Es imposible no mencionar el castillo de Gediminas y la colina sobre la que se alza, que aún puede visitarse perfectamente en funicular: los turistas más pudientes tienen la oportunidad de explorarlo por dentro gracias a las numerosas visitas privadas que se organizan in situ. También merece la pena mencionar la Catedral de Vilna, dedicada a los santos Estanislao y Vladislao, un majestuoso e imponente edificio religioso con uno de los campanarios más altos de la región del Báltico. Después de visitar todo esto, los turistas VIP pueden dirigirse a la Ciudad Nueva, el barrio más moderno de la capital, para entregarse a las compras de lujo gracias a la presencia de varias boutiques de alta costura.
Festivales y eventos glamurosos en Vilna
A lo largo del año, Vilna acoge diversos actos y festivales que atraen a un gran número de estrellas y famosos internacionales. Basta pensar, por ejemplo, en el Festival de Teatro LIFE que, en mayo, centra la vida cultural de la capital lituana en una serie de revisiones y obras de teatro que figuran entre las más famosas del mundo; no sólo eso, en verano, no hay que perderse el Festival de Vilna dedicado por entero a la música clásica y la ópera, así como el Festival de Verano Kristopher que, a mediados de julio, ameniza las noches estivales con música en directo en la que participan artistas de todo el mundo. En otoño, el festival más popular es sin duda el Festival de Jazz de Vilna, uno de los acontecimientos más importantes del año en el que los exponentes de este particular género musical protagonizan una serie de veladas basadas en actuaciones en solitario y conciertos de jazz. Prueba de que los lituanos aman el cine es la organización anual del Festival de Cine Scanorama, un acontecimiento que ya ha cumplido 15 años y que atrae cada año a miles de espectadores, entre ellos varias celebridades internacionales dispuestas a asistir a las proyecciones de las últimas películas en competición para ganar el codiciado premio final.
Hoteles de lujo en Vilna
Las opciones de alojamiento que Vilna pone a disposición de los turistas adinerados son muchas y variadas. Uno de los más lujosos es sin duda el Grand Hotel Vilnius, un histórico hotel de lujo de cinco estrellas que ofrece suites elegantes y sofisticadas, una terraza privada para cada una, un restaurante gourmet y una piscina cubierta. También merece la pena mencionar el Hotel Pacai, situado en un antiguo palacio barroco del centro de la ciudad. Este hotel de 5 estrellas ofrece todas las comodidades y lujos de un establecimiento de su categoría, desde suites con aire acondicionado y TV de pantalla plana hasta un restaurante privado y un gimnasio. Por último, el Hotel Narutis, que consta nada menos que de dos restaurantes privados, suites decoradas con un estilo único y un ambiente general de elegancia y lujo absolutos.
Clima y mejor momento para visitar Vilna
El clima de Vilna es semicontinental, con inviernos muy fríos y bastante oscuros y veranos suaves pero bastante lluviosos. Las precipitaciones, sin embargo, son frecuentes durante todo el año, aunque la zona costera lituana es bastante más húmeda que el interior. En primavera, las temperaturas sólo empiezan a subir gradualmente a partir de mayo: abril sigue siendo bastante frío, con un alto riesgo de heladas nocturnas e incluso nevadas. Sin embargo, no faltan los días soleados, como tampoco los hay lluviosos. El clima se calienta sin duda a partir de junio, para un verano caracterizado por temperaturas agradables de unos 25°C de máxima; el buen tiempo permite organizar diversos actos al aire libre que atraen a los turistas a los lugares más conocidos de la ciudad. Con la llegada del otoño, las temperaturas descienden drásticamente: el tiempo empieza a ser cada vez más gris, lluvioso y frío, con las primeras nevadas que pueden producirse ya en octubre o a principios de noviembre, anunciando un invierno muy duro y oscuro, con temperaturas bajo cero a menudo y paisajes cubiertos de nieve. Las nevadas no son demasiado copiosas, pero sí muy frecuentes, lo que dificulta bastante la visita a la ciudad en esta época, aunque las vacaciones de Navidad permiten a los turistas admirar la capital bañada en una atmósfera mágica. El mejor momento para fletar un avión privado a Vilna es sin duda a finales de primavera o en verano, segmentos del año en los que el tiempo es agradable e ideal para hacer turismo.
Cómo y por qué volar en avión privado a Vilna
El Aeropuerto Internacional de Vilna (código OACI EYVI) es el principal centro de operaciones del país y presta servicio no sólo a la capital, sino también a las numerosas ciudades de los alrededores. Opera una gran variedad de vuelos nacionales e internacionales gracias a las diversas compañías aéreas que hacen escala en Vilna. El tráfico aéreo ha crecido mucho en los últimos años y ha permitido a la empresa que gestiona el aeropuerto realizar algunas obras de ampliación y renovación para mejorar las terminales actuales. Muchos de los pasajeros que transitan por ella utilizan aviones privados para llegar a Vilna, por lo que la terminal de aviación general les ofrece muchos servicios de primera calidad, como Fast Tracks para evitar colas en seguridad o facturación, WiFi gratuito, la posibilidad de poseer una Tarjeta Privilege para acceder a la gama de servicios de lujo que se ofrecen, un salón con rincón bar-restaurante, puestos de PC, revistas internacionales, TV, aire acondicionado y consigna privada de equipajes, así como asistencia personalizada para cada pasajero. Los aproximadamente 6 km que separan el aeropuerto del centro de la ciudad pueden recorrerse utilizando diversos servicios de traslado, desde taxis disponibles a la salida de la terminal hasta coches de alquiler con o sin conductor dispuestos a llevar a los turistas a cualquier punto de la ciudad.
¿Cuánto cuesta un vuelo privado a Vilna?
Entre las rutas más importantes operadas por jets privados a Vilna está la que la conecta con París, cuyo vuelo dura unas tres horas; se puede alquilar un jet ligero, mediano y grande a los precios respectivos de 14.000, 26.000 y 37.000 euros. También es posible salir desde Saint Tropez con un vuelo de unas 3 horas y 15 minutos, pero sólo alquilando un Light Jet con un coste de 15.000 euros. Decididamente más corto es el vuelo de Oslo a Vilnius en unas 2 horas: fletar las 3 categorías de reactores antes mencionadas se puede conseguir por unos 10.000, 19.000 y 27.000 euros respectivamente.
El avión más adecuado para volar a Vilnius
Uno de los reactores ligeros más adecuados es sin duda el Cessna Citation CJ2, un avión con seis plazas, una autonomía de más de 2.500 km y una velocidad máxima de unos 750 km/h; su cabina interior, aunque de pequeñas dimensiones, sigue ofreciendo una gran comodidad y espacio para la cabeza y las piernas. Parámetros de rendimiento aún mejores ofrece el Hawker 900XP, un reactor medio capaz de acomodar hasta nueve pasajeros y volar a una velocidad de más de 800 km/h durante unos 4000 km con un solo depósito. El Dassault Falcon 8X, por su parte, es un Gran Jet que ofrece aún más lujo y comodidad a los viajeros al proporcionarles una cabina interior con capacidad para 12 personas y equipada con mesas, sofás-cama y cómodos asientos reclinables. La autonomía del avión supera los 6.000 km, ¡lo que le permite recorrer grandes distancias sin paradas para repostar!
Los vuelos más frecuentes desde y hacia Vilnius
A continuación se indican las conexiones más frecuentes con Vilnius: